- Pikara Magazine
- 21/03/2016
- conflictos, Derechos, discriminación, Estereotipos, Género, Guerra, Refugiados
Las
desigualdades y los roles de género intervienen en las dinámicas de antes,
durante y después del tránsito: el reclutamiento forzoso, la violencia sexual o
la criminalización afectan de maneras diferentes a hombres y a mujeres.
María
Villellas Ariño*
Varias
personas migrantes y refugiadas procedentes de Afganistán descansan al poco de
llegar al campamento improvisado de Röszke, Hungría, a un kilómetro de la
frontera con Serbia./ Belén Lobos
La crisis
de refugio que se viene produciendo en los últimos años y que en 2015 y 2016
alcanzó unas crueles proporciones es un reflejo de las gravísimas consecuencias
que los conflictos armados y las crisis sociopolíticas tienen en las vidas de
las personas, forzando a centenares millones de seres humanos a huir de sus
hogares. Analizar esta crisis de derechos humanos desde una perspectiva de
género feminista permite dar visibilidad a algunos elementos importantes
para una aproximación más completa y menos parcial.
El
primero de estos elementos es el demográfico. Si bien no hay cifras
desagregadas por sexo para el total de las personas desplazadas de manera
forzada en el mundo, lo cierto es que en los últimos años se ha producido un
importante incremento en la disponibilidad de las cifras, que permiten señalar
que aproximadamente la mitad de la población desplazada de manera forzada son
hombres y la mitad mujeres. Las mujeres representaban a finales de 2014 el 49%
de la población refugiada y el 52% de la población desplazada interna. Sin
embargo, en la crisis de refugio que afecta a Europa, las cifras son
notablemente diferentes. De acuerdo con algunas estadísticas parciales
ofrecidas por Organización Internacional para las Migraciones (OIM), de las
382.000 personas emigrantes y refugiadas que habían entrado en Macedonia entre
junio y diciembre de 2015, el 51’4% de ellas eran hombres adultos, el 16’9%
eran mujeres adultas, y el 29% eran menores, sin que la cifra estuviera
desagregada por sexo. Diferentes medios de comunicación han señalado, no
obstante, que la mayor parte de los menores que llegan a las costas europeas,
especialmente en el caso de los menores no acompañados, son niños. Según cifras
ofrecidas por ACNUR, del total de personas llegadas a Europa por el
Mediterráneo entre enero de 2015 y enero de 2016, el 49% eran hombres, el 19%
eran mujeres y el 31% eran menores, cifra esta última sin desagregar.
Así pues,
la demografía importa y debería ser objeto de una atención más detenida. Por
una parte revela la necesidad de un análisis más profundo de las razones de
este desequilibrio entre hombres y mujeres en la composición de la población
que llega a las costas europeas huyendo de la guerra y la pobreza. Por otra
parte, la propia experiencia del proceso de desplazamiento y refugio también
debe ser abordada desde una perspectiva de género.
Una niña
siria y su hermano juegan en el polideportivo de acogida de Schwarlzsee, al sur
de Austria/ B.L.
En lo que
respecta a las causas del desplazamiento forzado, algunos factores que podrían
explicarlo harían referencia a los impactos diferenciados de género de los
conflictos armados, que hacen que los hombres sean víctimas en mayor medida del
reclutamiento forzado y también constituyan la mayor parte de las víctimas
mortales directas de los conflictos armados. Los conflictos armados impactan de
manera diferenciada en hombres y mujeres, lo que ha sido objeto de una amplia
atención por parte de la investigación feminista, que ha analizado desde cómo
el género ha moldeado la génesis de los conflictos armados legitimando las
ideologías patriarcales que justifican y sustentan la militarización, hasta
cuestiones más concretas como el impacto de los conflictos en la salud de las
mujeres o la violencia sexual.
En el
caso del desplazamiento forzado de hombres adultos, que como se señaló
anteriormente parecen constituir el principal grupo demográfico dentro de la
población refugiada, podría encontrarse el elevado impacto en términos de
letalidad que el conflicto armado sirio está teniendo. Durante el año 2015, por
ejemplo, el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos documentó la muerte de
casi 21.000 civiles (de un total de 55.000 fallecidos como consecuencia del
conflicto armado), de los que cerca de 9.000 eran hombres adultos y 2.000 eran
mujeres adultas. La proporción de hombres entre los combatientes fallecidos es
mucho mayor, puesto que la presencia de mujeres en las filas armadas es muy
reducida.
Otro
factor añadido sería el impacto de las políticas de reclutamiento forzoso. En
Siria existe una política de conscripción forzosa para todos los hombres de 18
años. Esto ha generado que un elevado número de hombres jóvenes se hayan
desplazado a zonas que no están bajo control gubernamental, pero también, y
sobre todo con el avance e incremento de poder de la insurgencia yihadista,
ha llevado a un incremento en la cantidad de hombres que huyen del país. A
pesar de la prohibición que existe para que cualquier hombre entre 18 y 42 años
abandone Siria sin autorización previa y de las restricciones por parte de
países como Iraq y Jordania para que hombres sirios accedan a su territorio, lo
cierto es que numerosos sirios están atravesando las fronteras de manera ilegal
y recurren a las redes de tráfico de personas para alcanzar territorio europeo,
huyendo del mandato patriarcal que fuerza a los hombres a comprometerse con la
participación activa en la guerra.
En el
caso de las mujeres, uno de los factores detrás del desplazamiento sería el
impacto de la violencia sexual. El informe del Secretario General de la ONU
sobre la violencia sexual en los conflictos armados presentado en marzo de 2015
recoge que las mujeres que han huido de Siria aluden con frecuencia al temor a
la violencia sexual como uno de los factores importantes para explicar su
decisión de refugiarse. La violencia sexual puede ser utilizada como una
estrategia de guerra en un conflicto armado porque permite no solo “limpiar” un
territorio garantizando que lo sucedido dificultará la voluntad de la población
de retornar a ese territorio, como sostienen por ejemplo las investigaciones de
Elisabeth J. Wood. Por otra parte, son numerosas las mujeres que relatan haber
sido víctimas de la violencia sexual durante el trayecto que llevan a cabo para
llegar a Europa, o que se han visto obligadas a recurrir al sexo transaccional
para poder afrontar los elevados costes que conlleva acceder de manera ilegal
al territorio europeo.
Militares
austriacos controlan el paso de los hombres refugiados después de dar la
prioridad a las mujeres y niños, en Heiligenkreuz, frontera con Hungría./ B.L.
Es
importante también analizar desde una perspectiva de género no solo las causas
del desplazamiento forzado ni las dinámicas que se producen durante el tránsito
hacia los países de refugio, sino también lo que sucede una vez que las
personas que huyen de la guerra llegan a Europa. Las mujeres enfrentan
dificultades específicas en los procesos de demanda de asilo, puesto que la
violencia de género no siempre es reconocida como un motivo para garantizar el
acceso a este derecho fundamental. Por otra parte, la atención humanitaria que
se presta a las personas refugiadas no siempre responde a criterios de género
que tengan en cuenta aspectos específicos como por ejemplo la prestación de
atención a la salud sexual y reproductiva de las mujeres o la respuesta frente
a la violencia sexual.
En lo que
respecta a los hombres, especialmente en el caso de los jóvenes que viajan
solos, en ocasiones son percibidos como una amenaza a la seguridad, puesto que
responden al estereotipo de combatientes o terroristas, y no siempre se tiene
en cuenta que en un gran número de ocasiones estos hombres huyen para no tener
que participar activamente en el ejercicio de violencia. Estos estereotipos de
género en ocasiones se han entremezclado con otros prejuicios racistas
relativos a los hombres musulmanes, como por ejemplo en el relato de las
agresiones sexuales contra mujeres en Colonia. Lo que pone de manifiesto
la importancia de llevar a cabo análisis interseccionales que permitan abordar
la complejidad de los acontecimientos teniendo en cuenta que la violencia
sexual siempre responde a dinámicas de desigualdad y abuso de poder entre
hombres y mujeres.
Así pues,
la crisis de refugio que atraviesa Europa se muestra como un fenómeno de una
enorme complejidad que debe ser analizado desde una perspectiva de género que
ponga de manifiesto cómo las desigualdades entre hombres y mujeres, así como
los roles de género tienen un claro impacto en las causas, dinámicas,
consecuencias y respuestas al desplazamiento forzado de población.
*María
Villelas es investigadora de la Escola de Cultura de Pau y activista en WILPF
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