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En la cultura del subcontinente indio, el término hijra (pronunciado /jishra/) define a los miembros de un tercer sexo, intermedio entre los géneros masculino y femenino.
La mayoría son varones o intersexuales, pero algunas son mujeres. La mayoría de las jisras se refieren a sí mismas en femenino y suelen vestir como mujeres. El censo oficial del Gobierno de la India no las menciona, por lo que no hay datos acerca de su población; las estimaciones oscilan entre 50 000 y 5 000 000 de jisras tan solo en la India.1 La historia de este grupo cuenta con una larga tradición, tanto en el Majabhárata (texto épico-religioso del siglo III a. C.)1 como en las cortes del imperio mogol del subcontinente.
A pesar de que en la India se las considera como eunucos (varones sin desarrollo sexual), lo cierto es que pocas de ellas se han sometido a algún tipo de modificación genital.
Algunas jisras se castran voluntariamente; antes lo hacían con cuchillo y sin anestesia lo cual provocaba la muerte de un importante porcentaje. A pesar de que la legislación india prohíbe la castración desde 1860 ―durante la invasión británica―, en algunas clínicas todavía es común que se practique.
Después de ser castrada ―aquella jisra que opta por la mutilación genital― la jisra cumple con un último rito: volcar leche en un arroyo, como símbolo de la pérdida de su fertilidad. Los supersticiosos hinduistas creen que las jisras ―al renunciar a tener hijos propios― tienen facultades para bendecir o maldecir y es por ello que al nacer un niño, las jisras acuden a festejar el nacimiento con cantos, bendiciones y augurios de larga vida y prosperidad, así como para librarlo del mal de ojo. A cambio reciben arroz, azúcar y dinero. Si las jisras consideran que reciben poca cantidad de limosna, pueden maldecir al niño con ser un varón impotente.6
La mayoría de las jisras renuncian a llevar una vida sexual activa. Aquellos que se dedican al ejercicio de la prostitución, no consideran esta actividad como una actividad sexual, sino como trabajo.6
Algunos jóvenes varones deciden convertirse en jisras por considerar que han quedado «inservibles» después de mantener relaciones homosexuales con un rol pasivo. Esto no implica que todos los pasivos opten por convertirse en jisras, solo aquellos que manifiestan su deseo de ser mujeres.
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