Antes de transcribirlo sólo quiero hacer resaltar cómo salta a la vista la gran ignorancia que hay, a todo nivel, de lo que son los derechos humanos, de lo que nuestra Constitución contiene, de lo que es la diversidad sexual, la perspectiva de género, la educación sexual y el bienestar de nuestra niñez. Me produce una profunda e infinita pena y miedo constatar esa ignorancia. No en vano somos tercermundiastas, aunque los políticos se afanen en afirmar que ya no lo somos.
Probablemente el artículo de Silvia les sirva para entender algo de todo este embrollo innecesario:
Les comparto el editorial de la revista Semblanza que aparecerá en estos días:
“Éramos muchos y parió la abuela”, dicen por ahí. Como si no bastara el estado de cosas que estamos viviendo en nuestro país –violencia generalizada, corrupción desenfrenada, pérdida de dignidad nacional desde la presidencia de la República, entre muchas otras- ahora surge un movimiento que busca echar atrás los avances logrados en derechos humanos y que anunciara el presidente Peña Nieto el pasado 17 de mayo, particularmente el derecho de las personas del mismo sexo a contraer matrimonio y poner la educación sexual al alcance de niñas y niños de preescolar.
Al grito de la defensa de la familia “natural” y “a mis hijos los educo yo”, cientos de miles de hombres y mujeres se lanzaron a las calles hace unos días y han emprendido una amplia campaña a través de las redes sociales y los medios de comunicación.
La cara más visible la pone un organismo llamado Frente Nacional por las Familias, pero se sabe que detrás de tales manifestaciones se encuentran la alta jerarquía católica, algunas otras iglesias cristianas y empresarios que le están invirtiendo enormes capitales para fortalecer el movimiento.
El asunto es grave, no sólo por el retroceso que pudiéramos tener en un tema en el que apenas estamos avanzando como el de los derechos humanos sino, principalmente, porque ha dividido al país y está enfrentando a distintos grupos de la sociedad.
Como en los tiempos de la guerra cristera, estamos viendo de lo que es capaz el sector más conservador de la iglesia católica. Y como en los tiempos del nazismo, estamos viendo cómo se pueden mover multitudes con la difusión de unos cuantos sofismas, una buena cantidad de mentiras y la ignorancia de las masas.
Más allá de la conveniencia, o no, de que el matrimonio sea un derecho de todas y todos, sin importar su orientación sexual, y más allá de las ventajas o desventajas de una educación sexual desde la infancia –de ese análisis se ocupan nuestras y nuestros colaboradores- lo preocupante es lo qué hay detrás de todo esto.
Es evidente que no es una cuestión de moral, ni siquiera de lo que digan las Sagradas Escrituras; mucho menos un interés legítimo por la niñez. Si así fuera, hace mucho que estos grupos se habrían manifestado en contra de los curas pederastas –y de los obispos que los protegen- que tanto daño han hecho a nuestras criaturas. No, el tema de la familia y de la educación sexual es sólo un pretexto que persigue otros fines. Algunos analistas hablan de una escalada de la derecha para reconquistar posiciones políticas. Y no faltan, incluso, quienes hablan del sector más reaccionario del país que quiere mostrar el músculo para imponer, de cara a las elecciones del 2018, a las y los candidatos afines con sus principios. Grupos como El Yunque estarían detrás de todo este movimiento.
Lo paradójico del caso es que sus posturas son semejantes a las de Donald Trump a quien tanto se critica en México y cuya visita representó una vergüenza para nuestro gobierno. El pretexto de Trump es fomentar el odio por los mexicanos; el pretexto de estos grupos de extrema derecha es fomentar el odio por las personas homosexuales; así como el pretexto de Hitler fue promover el odio hacia los judíos. Todos ellos, mexicanos, homosexuales y judíos, sólo como carne de cañón para un propósito más ambicioso: la conquista del poder.
“Éramos muchos y parió la abuela”, dicen por ahí. Como si no bastara el estado de cosas que estamos viviendo en nuestro país –violencia generalizada, corrupción desenfrenada, pérdida de dignidad nacional desde la presidencia de la República, entre muchas otras- ahora surge un movimiento que busca echar atrás los avances logrados en derechos humanos y que anunciara el presidente Peña Nieto el pasado 17 de mayo, particularmente el derecho de las personas del mismo sexo a contraer matrimonio y poner la educación sexual al alcance de niñas y niños de preescolar.
Al grito de la defensa de la familia “natural” y “a mis hijos los educo yo”, cientos de miles de hombres y mujeres se lanzaron a las calles hace unos días y han emprendido una amplia campaña a través de las redes sociales y los medios de comunicación.
La cara más visible la pone un organismo llamado Frente Nacional por las Familias, pero se sabe que detrás de tales manifestaciones se encuentran la alta jerarquía católica, algunas otras iglesias cristianas y empresarios que le están invirtiendo enormes capitales para fortalecer el movimiento.
El asunto es grave, no sólo por el retroceso que pudiéramos tener en un tema en el que apenas estamos avanzando como el de los derechos humanos sino, principalmente, porque ha dividido al país y está enfrentando a distintos grupos de la sociedad.
Como en los tiempos de la guerra cristera, estamos viendo de lo que es capaz el sector más conservador de la iglesia católica. Y como en los tiempos del nazismo, estamos viendo cómo se pueden mover multitudes con la difusión de unos cuantos sofismas, una buena cantidad de mentiras y la ignorancia de las masas.
Más allá de la conveniencia, o no, de que el matrimonio sea un derecho de todas y todos, sin importar su orientación sexual, y más allá de las ventajas o desventajas de una educación sexual desde la infancia –de ese análisis se ocupan nuestras y nuestros colaboradores- lo preocupante es lo qué hay detrás de todo esto.
Es evidente que no es una cuestión de moral, ni siquiera de lo que digan las Sagradas Escrituras; mucho menos un interés legítimo por la niñez. Si así fuera, hace mucho que estos grupos se habrían manifestado en contra de los curas pederastas –y de los obispos que los protegen- que tanto daño han hecho a nuestras criaturas. No, el tema de la familia y de la educación sexual es sólo un pretexto que persigue otros fines. Algunos analistas hablan de una escalada de la derecha para reconquistar posiciones políticas. Y no faltan, incluso, quienes hablan del sector más reaccionario del país que quiere mostrar el músculo para imponer, de cara a las elecciones del 2018, a las y los candidatos afines con sus principios. Grupos como El Yunque estarían detrás de todo este movimiento.
Lo paradójico del caso es que sus posturas son semejantes a las de Donald Trump a quien tanto se critica en México y cuya visita representó una vergüenza para nuestro gobierno. El pretexto de Trump es fomentar el odio por los mexicanos; el pretexto de estos grupos de extrema derecha es fomentar el odio por las personas homosexuales; así como el pretexto de Hitler fue promover el odio hacia los judíos. Todos ellos, mexicanos, homosexuales y judíos, sólo como carne de cañón para un propósito más ambicioso: la conquista del poder.
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