Hola buenas noches.
Desde luego debes de estarte preguntando: ¿quién es
esta mujer que se ha tomado la
libertad de enviarte un e mail sin conocerte? Tu
esposa me dio tus datos y me ha pedido que
me dirija a ti para hacerte llegar esta carta, pues ha
considerado que es importante que tú la
leas.
Permíteme presentarme, me llamo Marcela, soy una mujer
diferente a la esperado por la
sociedad, tengo ahora 51 años de edad (ya estoy
viejita), divorciada desde hace dos años,
después de más de veinte años de vida marital. Tengo
dos hijos, uno de 23 años y el menor de
18 años, ambos estudiantes universitarios. Son y
siempre serán mis príncipes y lo más valioso
que la vida me ha dado.
Soy doctora especialista y vivo en México. Muy lejos
de ustedes, pero mi sangre es
española. Mis abuelos y mis padres son canarios y mis
bisabuelos uno es de Cataluña y el otro
de Castilla. Ellos en algún momento de sus vidas
salieron huyendo del régimen de Franco, por
graves asuntos políticos económicos. Y al no poder
capturarlos, Franco decidió borrar sus vidas
y sus historias de la faz de la tierra. No hay
antecedente alguno. Ni partidas de nacimiento, ni
actas de fe de bautismo ni libros de familia. Nunca
puede encontrar documento alguno a pesar
de haber contratado a un despacho de abogados.
Esto fue un acto demasiado cruel, borrar la historia
de toda una familia. Es por esto que
de momento me viene a la mente una locución latina que
dice “homo hominis lupus” el hombre
es el lobo del mismo hombre.
Y sabes? No dudo de la veracidad de esta locución. El
hombre mismo lastima y hiere al
hombre mismo. Ejemplos? Vaya los hay en todos los
ámbitos y en todos los lugares. Envidias,
estafas, robos, abusos, asesinatos, discriminaciones,
y muchas otras linduras más que han sido
parte de este mundo a lo largo de toda su historia.
Son escenarios sociales en los que poco podemos hacer
por corregirlos, pero si al menos
nos hiciéramos el propósito de que en nuestro propio
hogar, dentro de ese nuestro pequeño
micro mundo, fuera uno libre de todos estos
pensamientos tan negativos y destructivos,
estaríamos sembrando la semilla que puede llegar a
florecer en un futuro para el beneficio de
nuestros hijos e hijas. Nuestra propia sangre. Decía
mi abuela que los principios y la educación
de una persona, se maman en la casa. Si les damos amor
a nuestros hijos, crecerán y darán
amor. Pero si les damos odio y rencor, eso es lo que
darán a los demás a lo largo de sus vidas.
Esta soy yo y esta es parte de mi presentación. Ahora,
para poder continuar con el
objetivo de la presente, debo realizar algunos
comentarios que considero importantes.
Todos los años se celebra el día mundial del síndrome
de Down. Niños y niñas
que han tenido la desfortuna de haber nacido con una
alteración adquirida desde antes del
nacimiento, es decir, dentro el útero. Estas hermosas
personitas No pidieron nacer así.
Simplemente así han tenido que llegar a esta vida.
Durante muchos muchos años, estos niños
y niñas fueron obligados a vivir escondidos dentro de
las casas por vergüenza, por el qué dirán,
por el temor a los comentarios de la demás gente. Sus
mismos padres los negaban. Y a la ya de
por sí complicada vida que tienen estos niños y niñas,
había que sumarle una vida llena de
desamor, de encierro y de rechazo.
Afortunadamente, las cosas han ido cambiando poco a
poco. Muchos estudios de
investigación se pusieron en marcha a lo largo del
mundo y gracias a la gran presión que
hicieron por años unos padres desbordantes de amor, se
mejoraron los procedimientos
quirúrgicos estéticos, se ha logrado entender mejor
éste síndrome, se crearon organismos
gubernamentales y asociaciones no gubernamentales a
fin de recabar fondos para apoyar
investigaciones médicas y fomentar el apoyo social, se
despertó la sensibilidad humana, la
empatía por el dolor ajeno. Ahora no hay padres
quienes después de haber pasado por ese
proceso de aceptación no le entreguen todo el cariño a
su niño o niña y acepten luchar codo a
codo por el bienestar y la felicidad de estos pequeños
integrándolos a una vida social y familiar
llena de amor.
Lo mismo sucede con los niños con parálisis cerebral,
con los autistas, con los que tienen
síndrome de Asperguer, al igual que muchos y muchos
síndromes adquiridos durante el
embarazo. No pidieron nacer así. No lo escogieron ni
ellos ni sus padres. Así les tocó nacer.
Desafortunadamente, éste mismo principio de humanidad,
de cariño, de empatía y de
respeto, parece no aplicarse por igual en el caso de
los niños y niñas transexuales. Al igual que
los demás, tienen una condición adquirida dentro del
vientre materno, no escogieron nacer así,
no lo pidieron, así les toco nacer en esta vida. Pero
la sociedad en lugar de brindar el mismo
cariño y dispensar todos los recursos económicos para
mejorar la calidad de vida de estos
pequeños, las señalan, las marginan, las discriminan,
porque va implícito un tremendo tabú por
considerarse que son personas enfermas sexualmente, se
les considera desviados o desviadas,
pues los prejuicios sociales son tremendos, crueles y
despiadados.
Debo de aclararte de manera categórica, que en ésta
situación por la que está pasando
tu hija, tu esposa no ha tenido la culpa y mucho menos
ha influido en una decisión. Tu “hijo” no
ha escogido ser una niña por fastidiarte. No es una
situación de juego transitorio ni tú has
fallado como padre. ¿Pero entonces que ha pasado? Hay
muchas teorías que intentan
explicar el por qué una persona es transexual, tal vez
la más difundida actualmente, NO
PRETENDO DECIR QUE SEA LA ÚNICA,, es la llamada la
teoría neuro biológica.
Esto que ves arriba, es un esquema de lo que es el
desarrollo genital de un bebé dentro del útero,
la secuencia va de izquierda a derecha. Desde las
primeras semanas de gestación hasta la
tercera o cuarta, todos los órganos son
indiferenciados, es decir, no se sabe si el producto va a
tener un pene o una vulva. Si te fijas en las dos
primeras imágenes de la izquierda, aún no sabes
que van a formar y de ese mismo origen puede irse
hacia arriba o hacia abajo, pero siempre
desde un mismo principio. Qué origina ese cambio?
Si en la unión del espermatozoide y el óvulo se
establece que el producto ha sido cargado
con los cromosomas XY (niño), entonces a muy temprana
edad del embarazo se libera una pre
hormona sexual que va a dar directamente al cerebro y
éste registra “hombre” y da la orden
para que sea liberada la testosterona y es entonces
que los genitales masculinos se van
conformando poco a poco.
En el caso de que el producto lleve una carga
cromosómica XX (niña) entonces el cerebro
se queda esperando esa señal que no llega y no llega,
entonces registra “Mujer” y no se libera la
testosterona para estimular el crecimiento de los
genitales del varón. Es como si fuera un
sistema de mensajería entre los genitales y el
cerebro.
En mi propio caso, por alguna razón, el cerebro se
demoró demasiado tiempo en recibir
la señal de genitales masculino y se grabó
internamente la palabra “Mujer”, sin embargo a los
pocos días llegó ese mensaje y mi cerebro giró la
orden de liberar a la testosterona.
De tal manera que aunque mis genitales se
desarrollaron perfectamente como los de
cualquier hombre, en mi cerebro quedó registrada la
palabra “Mujer”
Desafortunadamente, al momento del nacimiento el pediatra
solo volteó a ver mis
genitales y le indicó a la enfermera “es varón” y así
se hizo mi certificado de nacimiento. Esta
situación se presenta mucho más frecuentemente de lo
que puedas imaginar. No culpo al
cuerpo médico que me recibió. Es parte de una forma de
identificar a un recién nacido, que se
ha practicado desde siempre. Hombre o Mujer. Así de
simple.
Pero pocos se ponen a pensar que un ser humano tiene
diferentes sexos:
Genital pene - hombre vulva - mujer
Gonadal testículos – hombre ovarios – mujer
Hormonal testosterona – hombre estrógenos – mujer
Cromosómico XY – hombre XX – mujer
Cerebral hombre mujer
Y de todos estos, está bien determinado que el órgano
sexual más importante en el ser humano
es el CEREBRO. Además de regular muchas de las
funciones sexuales reside en él la capacidad
que tiene el individuo de percibirse a sí mismo como
un hombre o una mujer, eso se llama
Identidad de género. Esto queda registrado in útero y
se reafirma antes de los 3 años de edad y
después no hay manera alguna de poder moverlo. No se
puede cambiar. No se puede corregir.
Así nací , así me tocó vivir y a tu hija también.
Espero que esta explicación te haya quedado clara.
Así es que nací un día del mes de Junio del año de
1965 en la ciudad de México.
Mis padres me recibieron con el corazón en la mano y
de inmediato me dieron el nombre
de Carlos, muy acorde con la partida de nacimiento, la
cual quedó registrada con la palabra
“Hombre” y así dieron inicio mis primeros tres años de
vida. Más o menos a esa tierna edad, mi
identidad de género, la que quedó registrada desde mi
estancia en el vientre materno y la que se
consolidó en esos primeros años de vida, comenzó a
generar ruido dentro de mi cabeza.
Pero nunca me atreví a cuestionar esas diferencias por
temor a perder el cariño de mi
madre, fuente y origen de todos mis satisfactores.
¿Por qué a mi hermana, dos años mayor que yo la visten
diferente que a mí?
¿Por qué ella trae el cabello largo y yo no?
No sabía el por qué, no lo entendía, no podía comprender
el porqué de esas diferencias si
las dos somos niñas.
Mi madre siempre fue en casa la figura de autoridad.
La que imponía las reglas, la que
regañaba, la que decidía y mi padre, casi siempre
ausente, era el bonachón, el que consentía, el
que mediaba el que conciliaba. Pero a los dos los
quise por igual. Eran maravillosos.
Una tarde, jugaba con mi hermana y le dije
- Déjame ponerme un vestido tuyo-
Desde luego que ella no me lo permitió y me dijo que
no, porque si mamá se enteraba nos
iban a regañar. Pero tanta fue mi insistencia que una
tarde de tantas, accedió a ponerme unos
cortos de ella, un sweater tejido y ajustado al cuerpo
por un cinturón. Yo estaba feliz.
Increíblemente feliz. Y corrí al vestidor de mi madre
para montarme en unos zapatos de tacón.
Al verme, mi hermana corrió y me dio una espada, de
tal suerte que si nos llegaba a ver mi
madre, pudiera ella defenderse del inminente regaño
diciendo que estábamos jugando a los
disfraces.
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