Despues del paréntesis de ayer en que dedicamos dos entradas al Día internacional contra la homo/lesbo/trasnfobia, quiero recapacitar un poco sobre mi último video.
En él hablo de cómo fue mi destino peruano, dónde inició y cómo se desarrolló. Ahora vienen más recuerdos a la mente.
Recapacito sobre cómo la vida va acomodando acontecimientos intesperados, como "caídos del cielo", o poniéndonos personas en el camino que con su sola presencia, o quizás algún comentario, pueden cambiar el rumbo de nuestro andar.
En mi caso, no sé de dónde me vino ese amor por Perú que, dicho sea de paso, jamás me desilusionó y sí cumplió con sus expectativas, pues es un bello país, su gente es acogedora y cariñosa y nunca me sentí una extraña.
Quizás mi orígen que no era cien por cieto mexicano hizo que yo fuera más resiliente a los cambios. Quizás, a pesar de mi corta edad, ya tenía yo una actitud de aceptación y respeto hacia otras culturas. Finalmente ya había yo viajado a Estados Unidos y convivido con familias norteamericanas de raza blanca y negra.
Cuando se convive con personas de otros parajes, se nos quita el miedo a lo desconocido, y nos es más fácil dar la bienvenida a cualquier otro cambio en nuestro medio ambiente.
El hecho es que siento que todos esos acontecimientos en mi vida me fueron preparando, siendo   jóven aún, a la vida de trotamundos que me tocó vivir. Más adelante pienso platicarles en otro video en qué consiste la vida diplomática, con el fin de que se conozca esa profesión y a las personas que la conforman.
Yo me siento afortunada de haber vivido aquí y allá, de  mis ires y venires que, como dije anteriormente, me hicieron ciudadana de mundo. Asi me siento y ese sentimiento es grandioso. Sin embargo, mis raíces están en México, lo cual es de suma importancia, porque una persona sin raíces en un lugar determinado, siento que es como un barco de papel a la deriva.